Siempre hay razones para sentirnos agradecidos. Incluso en los momentos malos. Es difícil ver las posibilidades que nos dan los peores momentos de la vida cuando estamos sumidos en el día a día y, en muchas ocasiones, en una espiral de negatividad.
Yo he comprobado que, incluso en momentos así, siempre existen cosas positivas por las que podemos estar agradecidos. De hecho, a mis 30 años, estoy haciendo todo lo posible por reorientar mi carrera profesional y plantar mi granito de arena en la sociedad intentando ayudar a otras personas a través del voluntariado.
Desde pequeñita es que soy una persona muy empática y que siempre he intentado ayudar a otras personas cuando he visto que lo necesitaban (dentro de mis posibilidades). Durante los años de educación primaria y secundaria nunca me planteé a qué quería dedicarme profesionalmente, simplemente me sumí en el sistema educativo e iba aprobando los cursos sin plantearme mi futuro. Durante el bachillerato, vi que muchos de mis compañeros ya tenían claro desde hace años a lo que se querían dedicar profesionalmente y eso hizo que me invadiera una gran preocupación sobre mi futuro.
Empecé a buscar las carreras universitarias que existían, los planes de estudios y qué salidas profesionales tenían, fue en una de esas búsquedas cuando encontré el testimonio de una chica que trabajaba en el ámbito de los recursos humanos y decidí que quería dedicarme profesionalmente a esa área. Los años en la universidad transcurrieron y la carrera realmente me gustó. Fue cuando empecé a dedicarme profesionalmente a ello fue cuando empecé a desencantarme.
Siempre pensé que ejerciendo profesionalmente en esa área iba a poder ayudar a los trabajadores de alguna forma u otra, no obstante, con el paso de los años sentí más bien todo lo contrario. Sentí que pertenecía a un área en la que en muchas ocasiones no eran más que un número y que no estaba haciendo algo que me llenara y me hiciera feliz. Es duro darse cuenta de que, después de haber invertido tanto esfuerzo, tiempo y dinero en formarte, no quieres dedicarte profesionalmente a lo que has estudiado.
En ese momento puedo decir que me sumergí en una profunda depresión de la cuál no sabía cómo salir hasta que un día decidí que no podía seguir compadeciéndome y que tenía que buscar una solución, es decir, tenía que buscar la forma de reorientar mi carrera profesional hacia otra dirección. Recordé entonces que un antiguo profesor en el último año de carrera me había propuesto estudiar un doctorado para dedicarme a la docencia universitaria y a la investigación y decidí que podía ser una opción. Es curioso cómo a veces el simple hecho de que alguien crea en ti puede ayudarte a salir adelante.
Después de documentarme adecuadamente, comencé a estudiar un doctorado es estudios interdisciplinares de género. Las labores de investigación que he llevado a cabo durante estos años de doctorado han sido los que me han hecho cambiar mi vida y buscar la forma de ayudar a los demás.
Los contextos de vulnerabilidad que existen hoy en día combinados con ciertas circunstancias personales me hicieron coger las maletas a mis 26 años y marcharme a vivir a República Dominicana donde he pasado 4 años de mi vida y he aprendido muchísimo, sobre todo, a nivel personal. República Dominicana me ha ayudado a valorar muchas cosas que, por haber nacido en España en una familia de clase media, no apreciaba, simplemente las daba por hecho (tener luz en casa siempre, poder comer todos los días, tener agua corriente en casa, tener acceso a sanidad gratuita y de calidad, etc.)
Darme cuenta de la suerte que he tenido por tener la posibilidad de elegir lo que quería estudiar, elegir cómo quiero llevar mi vida y tener una familia que me quiere y me apoya en todo ha sido algo valioso pero duro, ya que lo aprendí viendo desigualdades y contextos de vulnerabilidad muy extremos. Todos estos motivos me llevaron a decidir intentar ayudar a los demás compartiendo mis conocimientos formativos y mis vivencias y es por eso por lo que decidí formar parte de Inspiranza.
Previamente ya había colaborado con otras ONGs y la experiencia del voluntariado es algo que recomendaría a todo el mundo. Todos tenemos cosas muy valiosas que aportar a la sociedad y estoy segura de que si todos fuéramos más altruistas, empáticos y agradecidos el mundo sería un lugar mucho más bonito en el que vivir.
¿Tú también estás luchando por construir tus sueños? Yo estoy segura de que lo conseguiré y de que tú también puedes conseguirlo.
Texto: Blanca. Experta en Recursos Humanos. Voluntaria en Inspiranza.
Imagen: Rebeca. Diseñadora gráfica. Voluntaria en Inspiranza.