mi experiencia vocacional

La vida está llena de melodías, algunas intermitentes, otras perduran a lo largo del tiempo y otras más se cruzan y desafinan, pero solo algunas llegan a armonizarse como por arte de magia, sin explicación. Cada uno de nosotros toca una sinfonía auténtica y única, una obra maestra compuesta por sueños, decisiones, caídas, correcciones y logros. Mi vida ha sido una mezcla de psicología y música, dos pasiones que, aunque al principio pensaba que iban para direcciones opuestas e incompatibles, por sí solas han logrado crear una armonía fascinante en mi vida. Sin embargo, para llegar a ello tuve que abandonarlas, conocer e intentar otras y luego volver a ellas.

Desde pequeño, recuerdo haber visto con mi hermana una película de un pequeño gato que se hacía preguntas de todo lo que observaba. Desde ahí empezó a llamarme la atención preguntarme el porqué de todo, desde el porqué las estrellas se ven en el cielo hasta el porqué las personas somos como somos. A la par, la música estaba presente al participar en grupos musicales infantiles y juveniles gracias al apoyo y tiempo de mis padres. Ya en mi adolescencia, la idea de explorar los grandes interrogantes de la existencia y buscar respuestas más profundas me atraía mucho. A su vez, antes de ingresar al bachillerato, había formado un grupo de música con algunos amigos y ensayamos tanto que los maestros nos llegaron a invitar a presentarnos en asambleas y celebraciones.

Al finalizar el bachillerato, me decidí por la carrera de Psicología. El futuro se ve más incierto a una edad en la que sientes tanta presión de elegir rápido y correctamente. En ese entonces sentía mucha responsabilidad de no fallar y cambiar de carrera. Decidí ingresar en el estudio de la psicología por quedar maravillado de su plan académico y todo lo que podría hacer después de graduarme, así como también, veía una perspectiva más práctica y orientada hacia el futuro laboral. 

Después de aprobar el examen de selección, comencé mi travesía con entusiasmo, pero al paso de los años me di cuenta de que no estaba completamente satisfecho. A medida que avanzaba en la carrera, sentía que algo esencial me faltaba. Mi pasión por comprender al ser humano y ayudarlo seguía siendo fuerte, pero mi alma anhelaba una forma diferente de expresión. Algunos tienen la suerte de elegir una carrera y sentirse llenos. Yo sí había elegido la carrera correcta, pero no lo era todo. Me sentía con miedo a llegar a ‘fallarle’ a mis padres. Generalmente somos muy drásticos en la vida: vemos los caminos de la vida solo como algo blanco o negro, pero nos olvidamos de los matices grisáceos (por ejemplo, aquellos que dan belleza a cualquier cuadro con técnica de grafito); así, si algo no nos satisface al 100% pensamos que nos equivocamos o que hay que reemplazarla urgentemente por otra decisión nueva, cuando en realidad la realidad no funciona así.

En ese entonces mi vida perdía dirección en el futuro que podía observar. Así que, en mi último semestre de Psicología fue cuando tomé una decisión audaz: justo antes de presentar los exámenes de mis últimas asignaturas, decidí ¡abandonar la carrera! 

Ahora que lo reflexiono, en esa etapa de mi vida tenía el miedo de terminar mi carrera y que ello significase perder mi libertad de experimentar otras cosas. Como si mi carrera favorita y mis planes favoritos se convirtieran en una jaula eterna.

Así que, dejando mi carrera en Psicología al 99% de avance (y después de un tiempo haciendo otros proyectos) ingresé a la Facultad de Música. Tocar instrumentos musicales había sido una fuente de alegría y consuelo para mí, y sentía que había llegado el momento de retomar esa pasión. Así que, sin mirar atrás, comencé a estudiar música con especialización en violín y perfeccionar mis habilidades. Conocí grandes maestros y amigos; las clases me fascinaban.

Sin embargo, la realidad financiera y las necesidades laborales me llevaron a razonar sobre el lado más práctico de mis decisiones, así que, abandoné mis estudios de música para concluir correctamente mi carrera en Psicología. Aunque esta decisión me permitió obtener un título en Psicología y una Maestría en Orientación Vocacional y Profesional (así como asegurar una posición laboral estable con un buen sueldo), mi amor por la música nunca desapareció. 

A pesar de haber vendido todos mis instrumentos musicales y de haberme distanciado de la música durante un año, algo dentro de mí me impulsó a conseguir instrumentos y tocar música nuevamente. Fue una de esas decisiones intuitivas que, aunque no siempre tienen una justificación lógica, resultan ser las más correctas. Volver a tocar el violín, guitarra y piano fue como reunirme con grandes viejos amigos. Subía videos en mis redes sociales por hobbie y recibía buenos comentarios. Sin embargo, sin tenerlo planeado, no fue hasta después de 3 años que llegué a tocar como violinista en una boda y recibir mi primer pago. Lo más difícil de esos 3 años no fue la práctica musical, sino, el enfrentarme con mis miedos de no sentirme capaz para tocar en público. Nuestros miedos y pasiones luchan dentro de nosotros como dos puños que no se dan cuenta que pueden abrirse  y apoyarse para ir hacia la misma dirección.

Manteniendo mi empleo formal, el retorno a la música me animó a volver a tomar clases de violín y a formar un Ensamble Musical con algunos amigos músicos. Juntos creamos un proyecto que no solo enriqueció nuestra experiencia, sino que también generó ingresos económicos adicionales. El dinero empezó a llegar por sí solo cuando acepté mis miedos y continué haciendo y valorando lo que me gusta hacer. Hoy en día, mi vida es una mezcla de diferentes acordes pero bien sintonizados. Trabajo como supervisor de un área Universitaria de psicología y de orientación vocacional y en fines de semana toco como violinista en eventos y bodas.

La fusión de mis dos pasiones (psicología y música) me ha brindado una vida llena de armonía y propósito en el que el cansancio tiene un buen sabor de boca al final del día, ya que el ‘atuendo vocacional’ que me visto en mi día a día me enorgullece. En retrospectiva, me doy cuenta del peligro que un pensamiento falso puede afectar toda una vida; en mi caso, pensar que solo podía elegir 1 carrera en la vida.

Todo esto me ha enseñado que cuando sigues tu pasión (o pasiones), el éxito y la satisfacción personal tienden a seguirte también. Así también, algo más gratificante que el dinero, es encontrar la paz y la dignidad en lo que eres y haces.

Texto: Rolando. Psicólogo y violinista. Voluntario en Inspiranza.

Imagen: Rebeca. Diseñadora gráfica. Voluntaria en Inspiranza.

Publicaciones Similares

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *