elegir una carrera

A veces podemos pensar que elegir una carrera es gran parte de lo que va a definirnos como personas y eso puede generarnos bastante presión, ¿verdad? Una carrera, una profesión, un único destino.

¿Pero realmente debemos decidirnos por una única opción? No estoy de acuerdo. Como se dice, “en la variedad está el gusto”. Y en mi experiencia, traté de vivir ese refrán tanto como pude.

Me recibí de varias y variadas carreras. Comencé estudiando traducción orientada a leyes, pero luego de dos años de cursar acepté que no era un espacio en el que me sentía cómoda y tomé la decisión de dejarlo para estudiar rehabilitación física. ¡Eso sí que fue un cambio de perspectiva! Le sumé un aspecto más holístico a través de diferentes terapias integrativas y de acompañamiento y conocimientos como el Ayurveda, el yoga y el tantra. También me hacía el tiempo para incorporar conocimientos más formales a lo que en su momento fueron solo pasatiempos, como la cocina y pastelería y la fotografía. Luego de algunos años,  decidí retomar la traducción, pero desde la especialización de los textos técnicos, científicos y literarios y una vez recibida, seguí especializándome tanto en la redacción y corrección de textos, como en el área audiovisual y pedagógica. Hago lo posible para seguir capacitándome y me considero una estudiante eterna. Disfruto mucho de aprender y tengo la suerte de poder trabajar de todo en lo que me especialicé.

Estudiar, como todo lo que implica un compromiso, tiene sus altibajos. Muchas veces sentí que no iba a  poder, que no iba a aprobar, que no iba a terminar, pero al final, sí llegué, sí aprobé y sí me recibí.  Es justamente ese camino sinuoso uno de los aprendizajes más valiosos. Es en ese camino donde conocemos personas que nos enseñan, que aprenden con nosotros, que nos comparten perspectivas muy distintas a las nuestras,  pero que también nos escuchan, respetan y valoran nuestras opiniones; personas que nos ayudan a seguir creciendo y que también nos permiten ayudarles.

Durante bastante tiempo no pude conectar mis distintas profesiones entre sí, por lo que tuve trabajos muy diferentes. Gracias a todos fui dándole forma a mis proyectos, planes y versiones de mi misma, pero a veces me resultaba agotador y frustrante no poder conectar todas en un único trabajo. Me sentía partida en diferentes partes, tantas partes como cantidad de carreras que había estudiado.

Recién ahora, con 36 años, es que puedo ver un poco todo este camino en retrospectiva y encuentro mis pasiones en lugares donde no me había dado la oportunidad de imaginarlo. Es por eso que creo que siempre tenemos tiempo de ser todo aquello que deseamos ser. Con esfuerzo, dedicación, mucho cansancio (no siempre es fácil), pero con la certeza que el camino es parte de este gran viaje. No se trata solo de llegar al destino, sino también de disfrutar de todo el proceso, de ser amables con nuestro propio aprendizaje, de desear construir una vida valiosa con todo lo que eso implica. Incluso cuando haya veces que ni sepamos todo lo que implica.

Imaginarnos la vida que queremos vivir es un buen comienzo. Hagamos lo mejor que podamos para creerla y crearla

Texto: Julieta. Traductora y profesora de Yoga. Voluntaria en Inspiranza.

Imagen: Rebeca. Diseñadora gráfica. Voluntaria en Inspiranza.

 

Publicaciones Similares

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *