propósito

Muchos niños crecen teniendo claro a qué van a dedicarse de mayores, cuál será su propósito, bien sea por pasión o por su alrededor. Otros no tienen tanta certeza de que será de su futuro, pero si por dónde puede ir. Algunos tienen facilidad en las matemáticas, otros en los deportes, otros las artes, biología, literatura, trabajos manuales… Ninguna de estas opciones fue mi caso

Crecí siendo hijo de madre soltera e inmigrante. Mi madre no tiene ninguna titulación, es una humilde trabajadora especializada en especializarse en lo que sea necesario, esto me lo demostró en los diversos trabajos que tuvo en diferentes ciudades alrededor de toda España, de Gran Canaria a Cataluña y de allí al País Vasco. Nunca sentí añoranza por ninguna ciudad o casa, aprendí muy pronto que la vida tiene muchos caminos en los que a veces nos separa de grandes amistades. Aprendí que cuando te vas puedes dejar mucho atrás, pero también logras una infinidad por conocer.

Debido a tanto movimiento acabé conociendo una gran cantidad de personas maravillosas, y algunas otras no tan maravillosas, pero personas al fin y al cabo. Siempre he dicho que las personas somos libros llenos de historias, algunas nos podrán gustar más o menos, pero en todas ellas siempre hay mucho que aprender si eres capaz de escuchar. Sin aún saberlo, comenzaba a practicar mis habilidades blandas dentro del diseño de experiencia de usuario. Aunque, aún más importante, comenzaba a crecer mi apetito por conocer, cuestionar y aprender. 

Cómo os comentaba al principio, nunca tuve claro a que me quería dedicar de mayor, tampoco tenía una pasión realmente marcada. Que mi madre trabajase tanto hacía que muchas veces tuviese que quedarme solo o esperando en algún lugar en concreto. Para mi no era problema, me encantaba crear historias imaginarias, mis mundos, mis personajes. En sus días libres solíamos estar en la playa o en algún lugar al aire libre, esos buenos momentos, junto con la pasión por los animales que me inculcó mi madre, agudizó en mi una increíble conexión con la naturaleza. Esto se vio reflejado en el colegio, biología siempre fue una de mis asignaturas favoritas. 

En mí siempre hubo una gran fuerza que me atraía al mundo del arte. Ésta fue la que me llevó hacia otra de mis pasiones: los videojuegos, historias en mundos fantásticos donde tú eres el personaje principal. Los videojuegos fueron una pasarela a la tecnología. Si bien es cierto que mi generación creció con la tecnología en el día a día, esto fue aún mayor razón para acabar teniendo tanto aprecio a las consolas, ordenadores y móviles. Seguí de muy cerca el auge de Apple y sus increíbles diseños innovadores. Desde pequeño fui fanático del minimalismo. De nuevo, sin saberlo, un paso más hacia el diseño de productos digitales.

Mi madre era muy deportista de pequeña. En Venezuela, nuestro país natal, hacía mucho deporte, es algo que siempre ha intentado mantener. Esto fue otro detalle muy relevante en mi vida, yo también disfrutaba bastante haciendo ejercicio, hice muchos deportes hasta que conocí las MMA (artes marciales mixtas), fue amor a primera vista. 

Como podréis comprobar, para no tener ninguna pasión, me gustaban demasiadas cosas. Entre eso y ser una persona que adoraba pasar tiempo en la calle con los amigos, llegó un punto donde el colegio empezó a ir mal y repetí varias veces de curso. El instituto fue muy buena época, de muchas experiencias pero de muy malas notas. De algún modo aprobé la ESO, y sin pensarlo mucho, debido a las expectativas sociales, empecé el bachillerato científico. Mi idea era ser biólogo, la idea más “coherente” en cuanto a mis gustos. En mi interior despertaba una gran curiosidad por bellas artes, pero socialmente no estaba tan bien visto e intenté buscar otras opciones.

Decisión errónea, cuando el corazón señala hacia un lugar, debes hacerle caso por encima de todo. Ya habiendo dejado un poco de lado la idea de las artes, aún continuaba mi pasión por las artes marciales mixtas, y debido a la frustración que me causó estudiar una cosa que me gustaba, pero no quería vivir de ello, acabé cambiando mi rumbo. 

Mi amor por las MMA, me hizo tener un objetivo claro por primera vez, entrenaba sin parar por un sueño, hasta que el universo decidió que ese no era mi camino. Un día, haciendo senderismo con mis amigos, tuve un accidente en la montaña. Mi pierna no me permitiría llegar al nivel profesional. Durante mucho tiempo en cama y de rehabilitación, entendí que la única forma en la que podría cuidar mi cuerpo y mejorar, era por medio de la alimentación. Leí e investigué mucho en cuanto nutrición, y ahí fue cuando llegó otro de mis grandes amores. Todo esto hizo que volviese a los estudios, esta vez con el objetivo de ser nutricionista, y realmente se me daba muy bien, lo disfruté muchísimo y obtuve hábitos de estudios que no había tenido antes. 

La nutrición hasta el día de hoy es algo que me fascina, en mi mesa de noche no falta un libro de nutrición, pero sabía que no es algo a lo que quería dedicarme. En mi interior empezó a crecer una parte que se había ocultado por un tiempo, mi espíritu viajero. El universo cambió mi rumbo con ese accidente, y cuanto menos lo esperaba y más lo necesitaba, me ofreció otro. Llegó a mí una oferta de trabajo en Alemania, no lo dudé ni un solo segundo. 

Trabajando y viviendo en Alemania conocí una sociedad diferente, personas con otra perspectiva, otro sinfín de cosas nuevas por conocer. Allí, gracias a los hábitos de estudio que logré con la nutrición, fui capaz de empezar mi camino en el diseño de productos digitales, creé mis primeras páginas webs a la vez que exploraba un lugar nuevo. De allí me fui a Países Bajos, el idioma era un factor a tener en cuenta, en Alemania no se habla tanto el inglés. En Países Bajos conocí muchas personas increíbles, nuevas experiencias y nuevas historias. Viví por más de un año en un total de cuatro ciudades distintas. Trabajar, estudiar y explorar, así fueron mis días.

A día de hoy ya he realizado varios proyectos como diseñador de experiencia de usuario, pero aún mejor que eso, disfruto diseñando productos digitales. Disfruto dando uso a mi creatividad, a mi gusto por la investigación, a mi gusto por intentar comprender a las personas y sus diferentes puntos de vista. Aún así, tengo muy claro que algún día la vida acabará enseñándome otros horizontes.

Si te sientes fuera de lugar, sin un propósito, perdido o perdida, no te preocupes, el mundo es un lugar inmenso con muchísimo por conocer. Puede que un día acabes conociendo algo, alguien o algún lugar que te muestre el camino. Yo tuve que caerme de una montaña para encontrarlo. 

Texto: Ricardo. Diseñador de experiencia de usuario. Voluntario en Inspiranza.

Imagen: Emma. Diseñadora gráfica. Voluntaria en Inspiranza.

Publicaciones Similares

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *