mi vocación

¿Alguna vez te ha dado miedo empezar desde cero? Algo parecido es lo que me ocurrió a mí.  La historia de cómo descubrí mi vocación se remonta al instituto, donde, a pesar de considerarme siempre una persona curiosa, mi interés sobre lo que veíamos en clase se reducía exclusivamente a aprobar los exámenes y superar el curso. La pereza de estudiar y la procrastinación me impedían disfrutar del proceso. En aquel momento no había nada que me llamara poderosamente la atención y tampoco tenía claro a lo que me quería dedicar. Seguro que conoces a alguien que desde pequeño ha tenido clara alguna vocación. Pues bien, estaba claro que ese no era mi caso.  

Salí de selectividad con una buena nota, lo suficiente como para abrirme la puerta a poder seleccionar entre una gran cantidad de opciones entre las diferentes carreras universitarias. Pero mi gran indecisión en esos momentos me llevó a elegir un Doble Grado de Derecho y Administración y Dirección de empresas. Pensé que sería buena elección, ya que me abría camino a dos ámbitos laborales, sin tener que restringirme a ninguno en  concreto. Esta decisión me ayudó a crecer personalmente, pues te enseña a tener  disciplina y a incrementar tu cultura general. Esa etapa universitaria, sin duda, te aporta  enseñanzas y te acerca a personas maravillosas. Sin embargo, una vez terminado, no había  ningún empleo que convenciera o que me atrajera especialmente el interés. Empecé a  trabajar como contable en una empresa, donde descubrí que era capaz de más de lo que  imaginaba. Me dieron su confianza y cada vez mis responsabilidades aumentaban. A pesar de que me sentía agradecida por valorarme profesionalmente, sabía en mi interior que no era lo que me hacía feliz. 

La mayor parte de mis días y desde mi adolescencia he sido muy apasionada por leer sobre psicología para acercarme a un mejor entendimiento sobre cómo funcionamos, tanto el ser humano en general, como la mente en particular, por qué somos así y cómo podemos mejorar. Incluso mientras trabajaba me escuchaba podcast relacionados con este ámbito. Tras muchas tardes de total indiferencia ante mi situación laboral y hablando con mis seres queridos, quienes siempre me han brindado todo su apoyo, empezaba a rondar por mi cabeza estudiar lo que verdaderamente me apasiona y descubrí más tarde: la psicología.  

No te voy a mentir, me daba miedo dejar todo lo que había hecho hasta ese momento, los 5 años universitarios de la carrera más el tiempo laboral en ese ámbito. Pero más miedo me daba pensar en dedicarme toda mi vida a algo que ahora sí tenía claro que no me gustaba. Nadie nos dice a los 19 o 20 años que es muy probable que nos equivoquemos, y resulta casi imposible no equivocarse al elegir algo a lo que te dedicarás el resto de tu vida. Sin embargo, no debemos tener miedo a retomar el rumbo sobre nuestra vida ni a empezar desde cero si es necesario. Leí historias alucinantes sobre personas que descubren su vocación a sus 40 años y, de alguna manera, esto me motivó a superarme a mí misma. Los únicos que nos ponemos límites en muchas ocasiones somos nosotros mismos.  

Ahora, a mis 27 años, me hallo estudiando Piscología a distancia en la UNED. A punto de  empezar el tercer curso y realizando investigaciones para algunas asignaturas. Aprender cosas nuevas que realmente me apasionan hacen el camino más llevadero. Me motiva a leer artículos o informes por mi cuenta, sin que supongan una “obligación”, simplemente por ampliar mi conocimiento. Actualmente también me embarco en este voluntariado,  dándome la oportunidad de leer y escribir sobre esta ciencia tan maravillosa que cada vez conocemos más. Mi intención es poder compartir junto a vosotros mis conocimientos, así  como poder aportar información valiosa que pueda ayudaros a comprender la mente y  cuerpo humano desde una perspectiva más sencilla.  

Evidentemente contar con una red sólida en la que puedas confiar siempre es de gran  ayuda, te aporta una perspectiva diferente y te permite desahogarte. Pero, considero clave confiar en tu propio criterio y perseguir tus objetivos. Equivocarte no es más que un nuevo  aprendizaje, al igual que acertar, ambos con diferentes trasfondos. Cuando comienza el  día, tenemos la posibilidad de intentarlo de nuevo, de empezar de 0. Así que no tengas  miedo de tomar decisiones, siempre habrá tiempo para rectificar si la situación lo requiere. Lo importante es que actúes y continúes tu camino, pues esta la única manera de averiguar  si es la decisión es acertada. Para descubrir tu vocación hay que saber parar, escucharse a  unos mismo y darnos espacios para reflexionar.  

Mis mejores deseos para ti y, recuerda: nunca dejes de intentarlo.

Texto: Tania. Estudiante de Psicología. Voluntaria en Inspiranza.

Imagen: Rebeca. Diseñadora gráfica. Voluntaria en Inspiranza.

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